Asser Abarbanel, está encarcelado en la mazmorra más recóndita de una maldita cárcel de la Inquisición. Durante más de un año ha sido torturado y humillado con el fin de que abandone su ideología.En la vigilia del “Santo día de la hoguera”, donde el fuego le purificará, le visita el Gran Inquisidor y le insiste inútilmente en su arrepentimiento. El Gran Inquisidor tiene un acto de “bondad” y le desata las cadenas de las manos y los pies, le deja una lámpara para que la luz le guíe bien al fuego que mañana le purificará. Asser con la lámpara y los pies desatados observa que han cerrado mal la puerta. Se plantea la fuga... es muy fácil, no hay nadie. Sale al pasillo, efectivamente: no hay nadie. Sigue el pasillo hasta perderse por un laberinto de túneles. No consigue dar con la salida. Se cruza con la guardia. Se esconde. La lámpara puede delatarle. Pero son tan estúpidos que no lo perciben.Finalmente, al amanecer, ve al fondo una luz: es la salida. “Lo he conseguido... soy libre”. El campo esta verde. Precioso. Las montañas, el mar, la salida del sol, un horizonte profundo y limpio. Respira profundamente: “por fin la libertad”...